¡Una aparente derrota termina en una victoria maravillosa!
No importa si ahora mismo sientes que todo va mal no tengas miedo y alientese tu corazon en que Jehova va delante de ti como poderoso gigante y El te daraá la victoria! amen. Pastora Xenia A. |
Algunas veces parece ser como que el enemigo triunfara por un breve tiempo, pero Dios realiza sus mayores victorias en las aparentes derrotas. De esa manera puedes vivir y saborear la victoria muchísimo mayor de lo que hubieras imaginado. A veces, verás que aparentemente el enemigo triunfa primero, pero eso es “aparentemente”, porque luego verás a Dios derribar toda artimaña y fortaleza en contra tuya.
En el libro de Daniel, capítulo 3, encontramos la historia de tres jóvenes hebreos que fueron arrojados al horno de fuego ardiente por mandato del Rey Nabucodonosor debido a que no quisieron adorar una estatua de oro; se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.
Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal, y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas. Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos. Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas. En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: ¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego? Así es, Su Majestad le respondieron. ¡Pues miren! exclamó. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios!
Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó: Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá! Cuando los tres jóvenes salieron del horno, los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!
Por un momento pareció como si los jóvenes, siervos de Dios, estaban derrotados por el enemigo. Ellos jamás se quejaron de Dios diciendo: ¿Por qué no nos guardó Dios de ser echados al fuego?”, al contrario nunca perdieron su fe y su confianza estuvo firme en el Señor. ¡Esta aparente derrota terminó en una grandiosa victoria!
Quizá te encuentres viviendo una aparente derrota y puedes sentir como que estás en el horno de la aflicción, pero así como Dios estuvo con estos jóvenes, así también Él está contigo en cualquier situación que tengas que enfrentar en la vida.
Si estás atravesando una prueba grave, una enfermedad, situación legal, pérdidas financieras, perdída de tu trabajo, estás en depresión, etc. no lo consideres como derrota, sino continúa con una fe inamovible, pidiendo la victoria por medio de Aquel que puede hacerte más que vencedora y ¡PRONTO OBTENDRÁS LA VICTORIA GLORIOSA DE TU VIDA!
"Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti" (Isaías 43:2).
"Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias" (Isaías 54:7).
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Rvda. Dra. Margarita de Preza
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